26.3.05

 

The Handphone Table by Laurie Anderson


Se me ocurrió la idea para la mesa mano-auricular cuando estaba trabajando en algo con mi máquina de escribir electrónica. No me iba demasiado bien y me deprimí tanto que dejé caer la cabeza entre las manos. Entonces fue cuando pude oír un fuerte zumbido que venía de la máquina, había sido amplificado por la mesa de madera y se desplazaba por mis brazos totalmente perceptible y muy fuerte.

Construí una mesa y la equipé para el sonido. Dentro de la mesa había pletinas y poderosas unidades controladoras que comprimían los sonidos pregrabados y los hacían subir por cables de acero. El final de estos cables se conectaba a cuatro enchufes con la apariencia de nudos de la madera que estaban sobre la superficie de la mesa. Al poner una persona los codos sobre los enchufes, el sonido ascendía por los brazos usando los huesos como vía de conducción. La sensación al llevar las manos a los oídos era como ponerse un par de auriculares estereofónicos.

Se trataba de que toda la cabeza fuera como un altavoz y, en cierto sentido, como un amplificador, y la sensación era la de recordar un sonido más que la de escucharlo por primera vez, porque no estaba ahí en el aire sino en el interior de tu cabeza. Quería hacer canciones que parecieran recordarse en lugar de escucharse. Así parecía que las habías escuchado ya antes. Y al final el mismo gesto corporal -la cabeza entre las manos- se usaba para su creación y para su recepción.

Dado que la mesa mano-auricular tenía un carácter bastante científico, no quise poner una explicación técnica en la pared ("Coloque sus codos sobre la mesa y podrá oír el sonido a través de la conducción de sus huesos..."). Sólo puse a la vista una gran fotografía de un hombre sosteniendo la cabeza entre las manos y un pequeño texto, con la esperanza de que la gente se hiciera una idea. Escribí tres canciones para la mesa mano-auricular. La primera canción era un dueto en tonalidades graves para un piano acústico con todas las armonías y un sonido Fender Rhodes puro. Se separaban a derecha e izquierda pero gradualmente intercambiaban su posición. Otra canción era para un violín, que sonaba como si el arco estuviera tocando dentro de la cabeza.

Ambas canciones usaban los registros más graves de los instrumentos ya que las frecuencias graves, al ser anchas y lentas, se desplazan mejor. Los agudos son menos fiables y tienden a evaporarse.

Laurie Anderson.

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